C.E.S.A.
Centro Estudios Superiores de Alicante
Parece inevitable recordar el magisterio de Mies van der Rohe ante la imagen de esta obra, por su geometría, aliento poético y por la presencia reiterada, insistente, de la estructura metálica. Pero aquí hay algo más, que nos traslada a lo vernáculo y que entronca con las tradiciones mediterráneas: es el modo de apropiarse del espacio exterior para que la construcción se extienda más allá de sus límites, hasta fundirse con el medio natural. Arquitectura y paisaje se han reunido en fértil contrapunto, sin afectaciones.
Una retícula ordenadora, rigurosa y precisa, va conformando una planta de pabellones, que saben distanciarse lo justo para dar entrada a un estimulante juego de vacíos ajardinados y para dar cabida a generosos pórticos. Éstos son como lugares de relación y de paso que adquieren un gran protagonismo, donde la vida al aire libre se disfruta bajo la sombra amable de una cinta de hormigón continua que, en su recorrido, se va adaptando a la topografía, rompiendo con planos inclinados la rotundidad de las líneas horizontales.
Entre una hermosa pinada, los abstractos volúmenes encuentran su razón de ser en la convivencia con el mundo vegetal, destacando por contraste a través de su estricta modulación. Modulación, por otra parte, capaz de recibir cómodamente un sistema constructivo que ya incorporó prefabricados o productos industrializados y que se resolvió mediante una red de jácenas y pilares de hierro. Otros materiales, como ladrillo y plástico, completan una diversidad física y cromática que logra poner en valor la composición de los planos, sin llegar a cuestionar la idea unitaria de orden y ligereza que preside todo el conjunto.
Carmen Jordá Such.
Parece inevitable recordar el magisterio de Mies van der Rohe ante la imagen de esta obra, por su geometría, aliento poético y por la presencia reiterada, insistente, de la estructura metálica. Pero aquí hay algo más, que nos traslada a lo vernáculo y que entronca con las tradiciones mediterráneas: es el modo de apropiarse del espacio exterior para que la construcción se extienda más allá de sus límites, hasta fundirse con el medio natural. Arquitectura y paisaje se han reunido en fértil contrapunto, sin afectaciones.
Una retícula ordenadora, rigurosa y precisa, va conformando una planta de pabellones, que saben distanciarse lo justo para dar entrada a un estimulante juego de vacíos ajardinados y para dar cabida a generosos pórticos. Éstos son como lugares de relación y de paso que adquieren un gran protagonismo, donde la vida al aire libre se disfruta bajo la sombra amable de una cinta de hormigón continua que, en su recorrido, se va adaptando a la topografía, rompiendo con planos inclinados la rotundidad de las líneas horizontales.
Entre una hermosa pinada, los abstractos volúmenes encuentran su razón de ser en la convivencia con el mundo vegetal, destacando por contraste a través de su estricta modulación. Modulación, por otra parte, capaz de recibir cómodamente un sistema constructivo que ya incorporó prefabricados o productos industrializados y que se resolvió mediante una red de jácenas y pilares de hierro. Otros materiales, como ladrillo y plástico, completan una diversidad física y cromática que logra poner en valor la composición de los planos, sin llegar a cuestionar la idea unitaria de orden y ligereza que preside todo el conjunto.
Carmen Jordá Such.