Edificio de Viviendas Julián
Ópera prima con influencias del realismo catalán y que requiere claves interpretativas propias, ya que hay una toma de posición para adaptar la arquitectura a la sociedad y para explorar tipologías, abandonando patrones convencionales. El resultado es un proyecto que cuida la escala doméstica con un tratamiento sensible del espacio de la vivienda, alojando el núcleo de comunicaciones diagonalmente y cuya escalera tiene un solo tramo. La situación en chaflán se aprovecha para disponer el programa residencial con sutiles equilibrios entre la ortogonalidad y los quiebros angulares, trasladando al interior la geometría del solar a través de dos patios de distinto perímetro y función.
En correspondencia con la nueva demanda burguesa, la planta tipo alberga cuatro viviendas diferentes, dos frontales y otras dos desarrolladas en profundidad, mientras que en el ático se sitúan otras tres viviendas con amplias terrazas, reservándose la base del edificio para comerciales y oficinas.
La imagen urbana presenta novedades por su cerramiento, ordenado sin recurrir a la simetría y por su valoración tectónica, de planitud envolvente, como una piel tersa construida con ladrillo y perforada con huecos verticales, estrictamente modulados. A la manera de Coderch, la medida de 80 centímetros gobierna todo el conjunto, tanto para definir entrepaños como para configurar el dimensionado y la distribución de las piezas, donde aparecen enfrentadas puertas con ventanas. La obra anticipó un cambio de registro en la arquitectura valenciana y conviene reconocer su cuota de innovación, ya que mostró una permeabilidad a referencias españolas, cuando se estaban cuestionando los principios de la modernidad internacional.
Carmen Jordá Such
En correspondencia con la nueva demanda burguesa, la planta tipo alberga cuatro viviendas diferentes, dos frontales y otras dos desarrolladas en profundidad, mientras que en el ático se sitúan otras tres viviendas con amplias terrazas, reservándose la base del edificio para comerciales y oficinas.
La imagen urbana presenta novedades por su cerramiento, ordenado sin recurrir a la simetría y por su valoración tectónica, de planitud envolvente, como una piel tersa construida con ladrillo y perforada con huecos verticales, estrictamente modulados. A la manera de Coderch, la medida de 80 centímetros gobierna todo el conjunto, tanto para definir entrepaños como para configurar el dimensionado y la distribución de las piezas, donde aparecen enfrentadas puertas con ventanas. La obra anticipó un cambio de registro en la arquitectura valenciana y conviene reconocer su cuota de innovación, ya que mostró una permeabilidad a referencias españolas, cuando se estaban cuestionando los principios de la modernidad internacional.
Carmen Jordá Such